María, madre de Jesús, es una figura central en la historia del cristianismo. Su papel como la madre de Jesús y su importancia en la narrativa bíblica la convierten en un personaje venerado y adorado por millones de personas en todo el mundo. Sin embargo, a menudo nos preguntamos qué religión practicaba María y cómo influyó esto en su vida y en su relación con Dios.
María en el contexto del judaísmo
María nació y creció en una familia judía devota. El judaísmo era la religión principal en la región de Palestina en ese momento, y la ley y las tradiciones judías eran seguidas rigurosamente por la mayoría de las personas. María, como parte de esta comunidad judía, habría sido educada en los preceptos y creencias de su religión.
El judaísmo se basa en la creencia en un solo Dios, Yahvé, y en la observancia de la Torá, que es la ley y los mandamientos entregados por Dios a Moisés en el Monte Sinaí. Los judíos practican la oración, la observancia del sábado y la participación en festivales religiosos como el Pesaj (Pascua judía), Shavuot (la fiesta de las semanas) y Sucot (la fiesta de los tabernáculos).
María habría seguido estas prácticas religiosas y habría participado en la vida comunitaria judía en su ciudad natal de Nazaret. Su compromiso con su fe habría sido una parte integral de su identidad y habría influido en su relación con Dios y en su disposición para aceptar el papel que Dios le tenía reservado.
La relación de María con Dios
La relación de María con Dios es un aspecto fundamental de su historia y de su papel en la narrativa bíblica. Según la tradición cristiana, María fue elegida por Dios para ser la madre de Jesús, el Mesías prometido. Su disposición para aceptar este papel y su fe en Dios son aspectos centrales de su historia y de su importancia en el cristianismo.
María es conocida por su obediencia y sumisión a la voluntad de Dios. Cuando el ángel Gabriel se le apareció y le dijo que sería la madre del Hijo de Dios, María respondió: «He aquí la sierva del Señor; hágase conmigo conforme a tu palabra» (Lucas 1:38). Esta respuesta muestra su fe y confianza en Dios, así como su disposición para aceptar su papel en el plan divino.
María también es conocida por su papel durante la vida y el ministerio de Jesús. Estuvo presente en muchos momentos importantes de su vida, incluyendo su nacimiento, su adolescencia y su crucifixión. Se la menciona en varios pasajes del Nuevo Testamento como una figura de apoyo y fortaleza durante estos momentos cruciales.
La devoción mariana en la tradición evangélica
La devoción a María es especialmente fuerte en la tradición católica, donde se la venera como la madre de Dios y se le atribuyen diversos títulos y advocaciones. Sin embargo, en la tradición evangélica, la relación con María es diferente.
En el protestantismo, incluyendo la tradición evangélica, el énfasis se pone en la fe en Jesús y en la salvación por la gracia de Dios. María es reconocida como una figura importante en la historia de la salvación, pero su papel se considera secundario en comparación con el de Jesús.
En la tradición evangélica, María es respetada y admirada por su fe y obediencia, pero no se le atribuye un papel divino ni se la adora como en el catolicismo. En cambio, se enfatiza la importancia de una relación personal con Jesús y la confianza en su obra redentora.
Preguntas frecuentes sobre la religión de María
- ¿María era judía?
- ¿María sigue siendo adorada en la tradición evangélica?
- ¿María es considerada una santa en la tradición evangélica?
Sí, María nació y creció en una familia judía devota y habría seguido las prácticas y creencias del judaísmo.
No, en la tradición evangélica no se adora a María. Se le respeta y se reconoce su importancia en la historia de la salvación, pero el énfasis se pone en la fe en Jesús y en la relación personal con él.
No, en la tradición evangélica no se considera a María como una santa. Se la reconoce como una figura importante en la historia de la salvación, pero no se le atribuye un papel divino ni se la adora.